lunes, 5 de marzo de 2007

"Si lo viejo no se va, lo nuevo no llega" - 久的不屈,新的不来

Llevo ya casi dos meses viviendo en Shanghai y pasó tanto pero tanto en tan poco tiempo que no sabría cómo empezar.
Hoy vivo en la ciudad más fascinante que pude haber elegido. No sólo era lo que imaginaba sino que supera mi imaginación todos los días.
Estar en China y específicamente en Shanghai en este punto de la Historia es estar en un lugar que sufre una metamorfosis a nivel diario tan abrumadora que deslumbra y hasta asusta.

Esta ciudad nunca fue una ciudad tranquila, fue llamada a lo largo de la Historia con múltiples apodos, entre ellos, "París del Este" o "La Puta de Oriente". Shanghai fue una invención occidental en el extremo Oriente que creció desmesuradamente con el asentamiento de concesiones británicas y francesas a mediados de 1800 que llegaron para explotar el comercio e intercambio del opio, la seda y el té entre otros. Junto a esta explosión comercial y dada su posición al borde del océano, Shanghai se convirtió en ciudad portuaria de timberos, prostitutas, mafias, gente en busca de dinero rápido. Más tarde vió nacer al implacable "Partido Comunista" que cambiaría la Historia de China y luego sería sede estratégica principal de la inefable y temible "Banda de los Cuatro". Hoy es la ciudad más económicamente rica y desarrollada de China, y se siente en el aire que através de ella, China le está diciendo al mundo: "vamos a dominarlo". Es algo que tienen muy claro los "shanghaineses". Si Beijing es el centro de poder y lucha por el poder político, Shanghai es el centro de poder y lucha por el poder económico, donde entre barrios de callecitas intrincadas y de vida tradicional chinas desfilan topadoras y demoledoras que aniquilan la Historia para dar lugar a los rascacielos futurísticos que se elevan por doquier en la ciudad y transfoman todo los días el horizonte de la ciudad y su expansión en el espacio finito.
El paso es frenético y la ciudad vive un proceso metamórfico que pone la piel de gallina. Shanghai es hoy en día un centro de fuertísimos contrastes; siguiendo el proverbio chino "si lo viejo no se va, lo nuevo no llega" (dicho que se toman muy pero muy en serio) las topadoras arrollan inescrupulosamente el pasado para dar paso a edificios futurísticos, centros comerciales de ultra lujo, y calles y avenidas rutilantes. Es al mismo tiempo, un gran centro en demolición y constante construcción que no se detiene. Las cuadrillas de obreros se desplazan 24hs por la ciudad donde el crecimiento no para. Nada se detiene en Shanghai, es crecimiento desmesurado, es avanzar, es crecer, es mostrar, es demostrar, es ostentar.
Es vibrante, emocionate, deslumbrante y también frustrante. Los chinos vienen a Shanghai en busca de oportunidades, en busca de dinero. Como cualquier otro epicentro de país tercermundista, en Shanghai se aglutinan ricos, nuevos ricos, y una gran masa de inmigración interna que viene de las regiones rurales y más pobres de China en busca de mejorar su calidad de vida. En las calles, en el metro, en los buses, durante el día se pueden ver inmigrantes de todo china, se ve la diferencia en los rasgos, en el vestir, en el andar. Los orgullosísimos, educados y ostentosos chinos shanghaineses se mezclan con los pobrísimos, analfabetos y derrumbados obreros de Xinjiang, Gansu, Qinhai, etc.
En la ciudad uno se puede perder en la onerosidad y el lujo total de Nanjing xilu, Jing'an o Lujiazui en el Pudong, de tono puramente occidental, donde los chinos educados marchan a paso rápido y excelentemente vestidos a sus trabajos en multinacionales y almuerzan en restaurantes de comida italiana o francesa y se abultan en los Starbucks, Mc Donald's o KFC's para terminar el día comprándose ropa en Zara, Esprit, Levi's a exorbitantes precios de estándar europeo.
Pero también uno se puede perder en los rudimentarios y fascinantes barrios de Huangpu, Zhabei, Hongkou entre otros, donde uno experimenta los resabios de la vida tradicional china. Calles laberínticas, casas apiladas de donde la ropa se cuelga de largos palos extendidos sobre las calles, las condiciones de higiene llegan al extremo de lo sucio, los olores son fuertes pero la atmósfera que se vive es maravillosa como pocas. Es increíble caminar por una ciudad que hoy es uno de los mayores centros financieros del mundo y al mismo tiempo, todavía y no por mucho tiempo más, alberga estos barrios donde uno se siente remontado en la Historia y se encuentra en un microclima fabuloso de chinos de 100 años jugando "majang" en las veredas siendo observados con gran avidez por los vecinos, en el hacinamiento de las viviendas de paupérrima higiene, donde se cocinan cantidad de cosas extrañas en las calles, donde los chicos juegan en las veredas bajo las sombras de infinitas prendas que se cuelgan a secar de los palos en la altura y uno se funde en las imágenes del incosciente que uno tiene sobre China.
Barrios que vibran con vida y que hoy perviven como parches en una ciudad que se transforma en una megápolis del futuro, que están siendo tristemente demolidos a paso abrumante y cientos de miles de personas expropiadas y trasladadas a los nuevos centros habitacionales que el gobierno les provee fuera de ella.

Y entre medio de esta oruga que busca transormarse en mariposa están los chinos. Y qué puedo decir de ellos? puedo decir que son una gente increíblemente hermosa. Gente que desde que llegué me ha tratado (a excepción de los empleados públicos)con un respeto únicos. Que me han ofrecido su ayuda y apoyo constantes incluso sin poder comunicarme con ellos más que por señas. Los chinos siento que son muy incomprendidos. Es cierto, tienen costumbres que a un occidental pueden patearle en el ojo, pero ser invitado en un país sea como turista, viajero o expatriado no da el derecho a imponer los propios gustos y caprichos de nuestra cultura. Mucha gente que se enoja con gente como los chinos en China o los indios en India no entiende la regla más básica de tolerancia y respeto, y que es uno el que tiene que respetar las costumbres locales y adaptarse a ellos y no el resto a uno. Los chinos son increíblemente buenos y sublimemente solidarios y afectuosos. Infinitas situaciones me lo demuestran todos los días, pero sí, SON DIFERENTES!!!! MUY DIFERENTES!!! pero amo esas diferencias porque de ellas aprendo todos los días, no trato de cambiarlas como no debería intentar hacerlo ningún invitado en un país ajeno. En China, los chinos me hacen sentir en casa, me hacen sentir cómodo, respetado, bien recibido. El afecto que me brindan es de una gran calidez y hacen que no sienta más que devolverles más afecto de vuelta.
Y en medio de 13 millones de chinos que viven en Shanghai se encuentra una gran comunidad de "EXPATS" ( del inglés, expatriated = expatriado). Somos unos 300 mil expatriados en Shanghai y hay de todos los tipos y nacionalidades. Desde el director de la sede en China de una super multinacional europea hasta el veinteaniero inglés o australiano que viene a trabajar de profesor de inglés para hacer plata rápido y fácil, pasando por el Uzbeko que le escapa a Karimov o el turco que viene a aprender chino para poder comerciar para el padre o el argentino que llegó con tres ropas luego de pedalear 8447 km desde Tehrán y busca su lugar en el mundo. Todos nos entremezclamos en el país en el que elegimos vivir.

Y es a esta ciudad que llegué bajándome del tren proveniente de Hong Kong. Llegué un día de 5ºC, gris y lluvioso. Lo único que tenía era un mapa obsoleto, mi bici, mi mochila con ya muy pocas ropas y la computadora que me había comprado en Hong Kong la cual tuve que dejar en el lugar de almacenamiento de la estación porque no podía pedalear con ella.
Así entre a pedalear por mi nueva ciudad, la que no conocía y tratando de encontar camino al hostel donde me alojaría hasta encontrar donde vivir.
Inmediatamente al día siguiente comenzó mi intensa búsqueda de lugar para vivir. Fueron días que giraba como trompo, no entendía nada, todo eran caracteres chinos, no me acordaba nada del año que había estudiado el idioma y no tenía a nadie, todo era difícil y pocos datos tenía para donde disparar. Ahí fue cuando Roberto, el novio de una de mis mejores amigas, quien vivió en China varios años, me pasó el contacto de Vive, una china divina amiga de él que se transformó en mi ángel de la guarda en Shanghai y que hoy es una de mis mejores amigas acá. Durante todos los días que siguieron Vive me ayudó con todo fuera de su horario de trabajo, desde acompañarme a ver departamentos con los propietarios chinos y contactar las inmobiliarias y ayudarme a traducir los contratos y regatear los precios hasta decirme cómo llegar a tal o cual lado o acompañarme, invitarme a cenar no dejándome pagar un sólo peso y hasta llevarme a fiestas e introducirme a sus amigos. En seguida me sentí en casa.
Hazañas de esa semana incluyeron encontrar finalmente mi lugar para vivir, comprar un celular y abrir una línea con China Mobile, hacer mi registro de residencia en la ciudad con la policía, elegir comida en los menúes de los restaurantes sin poner el dedo en "PERRO" (plato común), abrir una cuenta en el Banco de China, organizar gastos, empezar a comprarme ropa!!! No tenía NADA de ropa, cuando uno viaja no molesta vestir TODOS los días lo mismo, pero ya estar asentándose y tener que vestir la misma ropa sucia todos los días creánme que molesta y cada comprar era y es una odisea. En China TODO ABSOLUTAMENTE TODO se regatea hasta la muerte y se tiene que dejar la vida haciéndolo. Es algo a lo que uno se acostumbra increíblemente y que para un occidental es difícil y pesado hacerlo, pero acá cuando a alguien le dice 600, uno tiene que responder 25. No es exagerado y es así cómo he comprado pantalones por 150 ofrecidos a 500. Zapatos a 300 ofrecidos a 800 y así cada una de las cosas que tengo. Entra tanto la experiencia de regatear EN CHINO, EN CHINA pasa de ser difícil y complicada a divertida y gratificante y sobre todo, uno siente que conquista hazañas, porque todo, absolutamente todo es diferente y no hay una pizca del idioma que haga contacto con los tres idiomas que hablo.
Y así los días se fueron pasando, con mucho stress, mucha investigación y mucho moverse en una ciudad donde todo lo que me rodeaba hacía que mi día terminara mareado . Solamente una semana y media y que ya había dejado con más de diez contactos en mi nuevo celular, de expats y chinos, gente que hoy conforma el grupo de amigos que tengo acá.

Y finalmente encontré luego de una semana y media mi lugar para vivir. Fue algo inesperado pero mi búsqueda comenzó buscando un lugar para mí sólo cuando descubrí la posibilidad de compartir departamento con otros expats. Fue así como derivé en mi nueva casa, donde hoy vivo con Julien y Priscilla, dos franceses que hoy son mi familia acá y vivimos en un deslumbrante y oneroso piso 12 de 173m2 con un balcón gigante con la vista más espectacular de Shanghai, terraza para fiestas, jacuzzi, edificio con piscina, jardín, gimnasio, sauna, mercadito, servicio técnico las 24 hs, empleada doméstica 3 veces a la semana, internet WI-FI de 3mb y un garage gigante donde entre BMW's y Mercedes Benz estaciono mi poderosa y gloriosa bici!
Nada mejor para luego de terminar 10 meses de viajar por el mundo en rudimentarias condiciones.
Con julien y Priscilla antes de firmar el contrato por nuestro nuevo piso nos juntamos a conocernos y los tres en seguida acordamos que la idea era vivir en armonía y sobre todo pasarla super bien. Así es que nuestra casa se transformó en seguida en básicamente un centro de buena onda donde no nos importa que la casa esté desordenada mientras no esté sucia, donde hay música todo el día, donde se arman fiestas más de 2 o 3 veces a la semana y donde vivimos en completa libertad y regocijo. Hace poco se nos unió alguien más a la familia, Angeline, la novia de Julien y estuvimos 3 semanas con Pierre, un amigo de Prisicilla y 10 días con Iyoni una amiga mía. Tenemos muy buena onda entre nosotros, los cuatro vivimos como una familia. La pasamos super bien, salimos a cenar y nos esperamos mutuamente para hacerlo juntos, tenemos increíbles y extensas sobremesas, tenemos más de 250 películas en DVD que ansiosos vemos juntos despatarrados en los sillones de nuestro gigante living envueltos en nuestros calientes edredones de duveé. Somos definitivamente como hermanos que nos hacemos compañía y entre quienes nos divertimos muchísimo.

Y hasta que encontré mi lugar y me mudé fueron 10 días en lo que ya asentado en mi nueva casa miré para atrás y me dí cuenta de que había pasado todo ese tiempo yendo de una punta a la otra de mi nueva ciudad frenéticamente y ni siquiera la había visto. Es decir, era tanta la focalización y la presión que tenía en terminar la transición que pasaba los días sin ver la ciudad en sí misma, no me impresionaba porque simplemente no tenía ni los ojos ni la cabeza en ver la ciudad en disfrutarla, sabía que habría tiempo para ello. Fue algo increíble, pero fue sólo cuando me mudé y me paré en el balcón de casa que por primera vez contemplaba la ciudad concentrándome en ella y dándome cuenta por primera vez que ya estaba viviendo ahí y que lo que tenía ante mis ojos era una ciudad ALUCINANTE, vibrante y llena de vida y que todos los días me deslumbra más y más.

Es aquí donde los dejo por ahora, con algunas fotos de esta ciudad, de mi casa, de mi nueva familia y de esta nueva experiencia de vida. Y ahora, en exclusividad subo videos donde podrán ver mi casa.
Mucho más vendrá dentro de poco, sobre la vida en Shanghai desde la visión y las experiencias de este expat que se abre camino por aquí.


El Pudong desde la terraza de casa 20hs

Vista desde casa

La torre Pearl desde casa

Vista desde la terraza de casa

El Pudong desde la terraza de casa. 18hs

Vista desde la terraza de casa 18 hs

El Pudong desde la terraza de casa. 18hs

El Pudong desde la terraza de casa

Vista desde la terraza de casa

El Pudong desde The Bund al otro lado del Huangpu

The Bund. Huangpu

The Bund.

El Pudong. al otro lado del Huangpu

Pantallas de TV gigantes. Najing donglu

Nanjing donglu

Nanjing donglu

Nanjing donglu

Nanjing donglu

Nanjing donglu

Coca-Cola gigante, Nanjing donglu


Nanjing donglu

Nanjing donglu

Nanjing donglu

Nanjing donglu

Barrio tradicional en demolición

Barrio tradicional en demolición

Lo viejo delante, lo nuevo detrás. El futuro se come el pasado

Calles de un barrio tradicional en demolición

Calles de un barrio tradicional en demolición

Calles de un barrio tradicional en demolición

Calles de un barrio tradicional en demolición y el contrafrente de mi edificio.

Tendiendo ropa en las calles de un barrio tradicional en demolición

Jugando ajedrez chino en Jing´an

Espectador de ajedrez chino, jing´an

Hombres reunidos jugando en las calles de un barrio en demolición.

Arrasando con el pasado.

Arrasando con el pasado.

Arrasando con el pasado.


Final de una cena