sábado, 18 de febrero de 2012

Año de dragones


Un año nuevo más ha llegado o bien un año más se ha ido. Mi quinto año nuevo chino en China y año del dragón. A diferencia del año que pasó, año del conejo, estoy agradecido de que el dragón sea un animal mítico y no real. Gracias a eso, este año no tengo que escribir un artículo sobre aplastamiento de dragones para el fetiche sexual de algunos reventados que dicen ser seres humanos.  Para los que no lo recuerdan, aquí está el artículo del año anterior.

 Pero como decía, y como digo ya todos los años cual disco rayado, ha sido otro año emocionante. China sigue en su inminente camino de incontenible ascenso al control del mundo entero, y si bien quiero dejar en claro que dicha idea me da más escalofríos que emoción, estar atravesando este recorrido viviéndolo desde adentro es una experiencia  magnífica de metamorfosis tanto social como edilicia.



 Hace 3 años llegaba a Chengdu y hoy miro por mi ventana y veo una ciudad diferente. Al menos unos 15 nuevos rascacielos se levantaron en el horizonte enmarcado por mi balcón, algunos alcanzando los 50 pisos de altura, dos shoppings gigantescos nuevos y un enorme centro comercial está comenzando a ser construido a los pies de donde vivo. En los alrededores, en las demás direcciones, aparecen más y más edificios nuevos que se erigen como hongos después de la lluvia. El crecimiento y la transformación constante siguen siendo abrumadores. Tres nuevas líneas de subterráneos están en construcción y se sumarán a la primera ya en funcionamiento. Ya superan la docena las líneas de trenes de alta velocidad que conectan a la ciudad con diferentes puntos en todo China, y hay decenas más en construcción. Chengdu está hoy entre las 20 ciudades de más rápido crecimiento del mundo y en la escala china es tan sólo una ciudad de segunda categoría.



 A pesar de dicho crecimiento, en la ciudad se sigue respirando el espíritu provincial y alegre de su gente. Los ríos que la atraviesan han pasado por un fuerte "lifting" durante el año del conejo y hoy están más bellos que nunca. La gente que nunca deja de pasear a lo largo de los mismos durante el día, practicar Tai Ji Quan al amanecer, los viejos tocar instrumentos tradicionales durante las tardes y gente de todas las edades bailar en sus costaneras al caer la noche. Chengdu es decididamente un lugar al que hoy puedo llamar mi casa.


Como he decidido terminar este texto en positivo, lo termino aquí deseándoles muy felíz año nuevo y que echen mucho fuego por la boca todo el año.